habían sido dos días
pero habían bastado
Le había prometido
entrar a robar al museo
tan sólo para bajarle alguna de sus obras preferidas
Pero bastaron dos días
y más de quinientas noches
para despedir el S.XX
entre sus promesas
entre sus piernas
entre sus desdecires
Por eso
cuando seis años después
entró al Thyssen
la buscó
detrás de los marcos
arriba de cada paspartú
entre los lápices del local de souvenirs
y nada
De Madriz
como si no hubieran pasado quinientos años
había llegado la castellana
a conquistar la pampa rioplatense
con su salero
el asado argentino, claro
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