fuga sin tocata
Un arrezagado sonar
de palabras antiguas
al modo del tintinear
tibetano de los cuencos
le tomó la garganta
esa mañana de sábado de julio
de esa cirugía
y cantó
y exorcizó
los miedos
más precarios
más precisos
que salieron en fila
junto a sus órganos
su sangre, sus humores
y en ese mismo mediodía de julio
la abrazó el amor
la enjugaron sus amigos, sus afectos
le sonrieron sus decisiones, sus planes, sus esperanzas
y se miró
como si nunca
como si se hubiera desayunado esa mañana de julio
todas las mañanas del mundo
y del universo
y agradeció
Una. Y otra vez.
Como siempre
ese instante
de estar viva
SEG 117-815
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